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Libro de Artista
Objeto de sí mismoa
Matilde Marín / Natalia Silberleib
2023
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Breve Historia de la Eternidad
Centro Cultural Recoleta
Es la emigración. Se inicia con la mirada de una mujer casi adolescente y concluye con un rostro de mujer adulta. Los rostros se suceden mirando el rumbo que deben tomar, el itinerario a seguir. Son los tránsitos que obligan a dejar su lugar de vida para emigrar. Es la necesaria búsqueda de un lugar para vivir, al que pareciera imposible arribar.
El Manto de Próspero se encuentra basado en la obra La Tempestad de W. Shakespeare donde Próspero, el protagonista, es exiliado de su ducado al verse envuelto en asuntos políticos traicionado por su hermano. Próspero naufraga en una Isla donde se ocupa en las artes de la magia. A través de un manto que posee la cualidad de hacerlo invisible ante los hombres, junto con las peripecias de héroe trágico, Próspero recupera su ducado.
Matilde Marín se sirve de la obra maestra Shakesperiana para utilizar su muro como un manto mágico de protección y arropo para el hombre contemporáneo, ante las vicisitudes políticas de nuestra sociedad. Un resguardo que significará generar una propia cosecha y recolección, esta vez, urbana.
El manto de Próspero pertenece a la Serie de Muros que la artista desarrolla desde el año 1997 como obra gráfica no tradicional, para conseguir distanciar al grabado del estatismo en sus soportes habituales y convertirlo en un espacio real que incluye y envuelve al espectador por su formato, monumentalidad, color y detalle técnico. La obra se encuentra conformada por un tejido donde se colocan módulos de múltiples pequeños papeles realizados bajo técnicas orientales y posteriormente, quemados o perforados.
Laeticia Mello
Barcelona, 2013
El manto de Próspero (1996-2013) también alude a un viaje, pero aquí se trata de un viaje signado por contratiempos y condenado al naufragio: es el viaje del exilio, del cual el protagonista principal -en La tempestad, de Shakespeare- emerge dispuesto no sólo a sobrevivir sino a torcer en su favor las fuerzas del destino. Para ello, se vale de un dispositivo mágico: un manto que le confiere invisibilidad y, con ella, poderes especiales que cultiva hasta dominarlos con maestría. Escapar a la vista de los demás y al mismo tiempo verlo todo es atributo de los dioses. Cumplido su plan -restituido el orden perdido y asegurada la felicidad de su hija-, Próspero abandona su manto. Éste, privado ya de sus facultades, es simbólicamente recuperado por Matilde Marín: en sus manos se revela potente y delicado, rojo de pasión en su cuerpo ligero -hecho de escamas de tiempo que reaccionan al mínimo estímulo-, capaz de conjurar calamidades cósmicas y pasiones individuales, no ya por arte de magia sino en virtud de su extrema belleza.(1) Podríamos decir que Itinerarios es también un manto, pero hecho de sombras que perforan la imagen, así como el de Próspero exhibe perforaciones en su frágil materia.
Adriana Almada
Fragmento del texto curatorial para la exposición Matilde Marin “Arqueóloga de sí misma”
Fundación OSDE, Espacio de Arte
Asunción, Paraguay, 2017