Hace años leí una autobiografía de Marina Abramovic y me impresionó la cercanía de su relato; también me hizo pensar en si los artistas debíamos seguir enumerando interminablemente nuestros logros o hablar de lo esencial que sucedió en nuestras vidas ligadas al arte o viceversa. El equipo de Fundación OSDE me dio la oportunidad de armar esta autobiografía para el catálogo que se edita en relación a mi exposición Arqueóloga de sí misma en el Espacio de Arte de la Fundación OSDE; esto es un desafío deseado.
En relación a las biografías y autobiografías, Thomas Wulffen dice que “lo biográfico no forma parte ni del presente ni de la historia; la biografía y la autobiografía son siempre historias intermedias y nunca simple pasado”.
Comienzo este relato por el inicio. Nací un 25 de junio de 1948 y, desde la astrología a la que estaba atento Shakespeare, soy del signo Cáncer con ascendente sagitario y luna en acuario. Para muchos esto no significa nada y para otros marca alguna ruta que puede influir en la vida.
Mi formación incluyó las dos escuelas de Bellas artes de Buenos Aires, Manuel Belgrano y Prilidiano Pueyrredon y un estudio corto en la Kunstgewerbeschule de Zúrich, durante mi permanencia en Suiza. Este último aprendizaje influyó mucho en mi manera de pararme frente a la gráfica, especialidad que desarrollé durante una parte muy prolongada de mi vida artística. En Zúrich pude ver a la gráfica en sí misma y el motor que genera investigarla. Sigo pensando que el grabado comprende un mundo específico: nuevos soportes, nuevas estampas, sentir el contacto sutil que une una imagen con una idea gráfica.
En este marco desarrollé varias series gráficas que tuvieron distintos destinos entre los años 1982 (cuando regresé al país) y 1993. Considero que Desde el muro y el libro de artista Mitos de creación, realizado en Arte Dos Gráfico de Bogotá, fueron las piezas más importantes de ese período. Con estos trabajos llegaron el Gran Premio del Salón Nacional, el Konex de Platino y el Premio de la Bienal de Puerto Rico, una bienal iberoamericana conducida en su momento por Maricarmen Ramírez, que actualmente cambió su formato.
Vuelvo hacia atrás. En 1975 inicié un viaje sin destino que marcó mi deseo artístico y mi aprendizaje. Decidí recorrer Latinoamérica palmo a palmo o país por país. Lo hice por la necesidad de conocimiento en un período de la vida donde aún no existían compromisos determinantes, aparte de los que uno se podía atribuir. Latinoamérica luego se transformó en Europa, incluyendo Europa del Este, llegando hasta la Anatolia Central y por el otro lado, Marruecos y el desierto. Pude realizar este viaje que marcó hacia el futuro una manera de vida y trabajo, trajo profundos conocimientos y un paneo del mundo, siendo aún yo bastante joven.
Al volver a elegir la Argentina como mi lugar para vivir y desarrollar mi producción artística, comencé a trabajar en “la memoria interna del hombre” aún influida por las culturas americanas. Actualmente mi producción está focalizada en el rol del artista como “testigo” y parada en ese punto, registro a través de la fotografía y los videos relatos del mundo que habitamos.
A partir del año 1998 la fotografía, que había estudiado años antes en el Foto Club de Buenos Aires, vuelve con mucha fuerza a ser parte de mi horizonte productivo. Realizo dos series emblemáticas dentro de mi producción actual: Juego de manos y Bricolaje Contemporáneo, esta última presentada en MALBA en 2005. La historia de Bricolaje está ligada al quiebre que vivimos los argentinos en el año 2001. Caminar por las calles y ver el desmoronamiento del país y sus habitantes fue algo difícil de olvidar. ¿Qué puede hacer el artista…? Trabajar con lo que ve y con lo que siente; el artista sabe que el mundo no cambiará, pero sabe que puede dejar una huella de registro y esa huella es válida.
Me llevó tiempo elaborar Bricolage Contemporáneo y como siempre, no solo realicé fotografías, sino que también incluí en la serie un video. Estos dos proyectos me dieron grandes satisfacciones. Muchas veces, al ver cómo se desplaza mi obra por diversos destinos, siento que tiene vida propia. Las dos series fueron solicitadas y exhibidas en importantes museos y galerías latinoamericanas, del continente en el que me siento más cómoda trabajando.
A lo largo de estos años que llevo produciendo obras, compartí ideas, consultas y enseñanzas con algunas personalidades de nuestro ambiente. Jorge López Anaya fue mi primer apoyo: vio que yo tenía algo para comunicar; Libero Badii, con sus libros de artista y su intercambio permanente con mi obra; Roberto Aizenberg, mi vecino de taller que me deslumbraba con su conversación tan filosa como su visión del arte; Alejandro Puente y nuestras discusiones sobre el grabado versus la fotografía… Con León Ferrari organizamos algunas muestras, entre ellas El objeto gráfico; y con Juan Carlos Romero compartimos amistad y proyectos docentes. En estos años, todos ellos fueron parte de mi proceso de construcción como artista.
Lo internacional llegó de diferentes modos a mi obra; algunas veces con presentaciones en bienales internacionales, como en Cuenca, Ljubljana, La Habana, Curitiba o Puerto Rico. Varias muestras individuales tuvieron itinerancias, como Incisiones & fragmentos, que por dos años se desplazó largamente por los principales centros expositivos de Polonia, entre ellos El Centro de Arte Contemporáneo Manggha, cuyo edificio donado por Japón a la ciudad de Cracovia simula el movimiento de La gran ola de Kanagawa, de mi predilecto Hokusai. Xogo de mans, un video instalación expuesto en la Fundación Luis Seoane de Galicia;The Nomadic Work of Matilde Marín, en la School of Arts & Performing Arts en la State University of New York y, más recientemente, como parte de la exposición Realidad y Utopía, Argentina’s Artistic Road to the Present en Akademie der Künste en Berlín y por supuesto, proyectos en América Latina, como Cuando divise el humo azul de Ítaca en el Centro Experimental del Teatro Colón; Paisajes indeterminados, en la Galería del Infinito; Desplazamientos en la Fundación Alon de Buenos Aires; El estremecimiento de la poesía en la Casa Castelvi, en Asunción, Paraguay, e Itinerarios visuales, en el Museu de Arte Contemporánea de Sao Paulo, Brasil.
Practico la docencia en Artes Visuales como mediadora cultural; no me interesó enseñar formalmente en instituciones, pero sí el formato de seminarios cortos que fui dictando de manera constante en facultades de arte de nuestro país, Santiago de Chile, Porto Alegre (Brasil) y Barcelona (España). También en el pasado he creado proyectos de trabajo, como Gráfica Contemporánea, un espacio destinado a la actualización de temas y técnicas contemporáneas para docentes de arte y artistas. La docencia es un espacio donde siempre me sentí útil y cómoda.
Actualmente la fotografía se ha instalado muy fuertemente en mi producción, pero esta vuelve a hacer un giro hacia el papel. Con esta técnica he construido series de obras, como El viaje imaginario de Kazimir Malevich,La persistencia del arte y Cuando divise el humo azul de Ítaca.
Hace varios años, Fabian Lebenglick, al hablar de mi obra, dijo algo que valoré mucho: “Cuando incluiste la fotografía en tu producción, el mundo entró de otro modo en tu obra”, y andando en esto veo que es así, ya que la fotografía me facilitó el registro social y la posibilidad de documentar la naturaleza y editarla, buscando tonos intensos que antes eran registros gráficos y ahora son fotográficos.
En este 2017, tengo que agradecer a mucha gente con la que me he cruzado en esta ruta de trabajo y producción: colegas, críticos, historiadores, curadores, coleccionistas, gestores culturales y amigos. Alguien en nuestro ambiente habla de “la tribu del arte” y es así; somos una asociación espontánea que compartimos esta creencia, pero por suerte no obedecemos a ningún jefe.
Matilde Marín
Texto autobiográfico incluido en el catálogo de la exposición “Arqueóloga de sí misma”
Espacio de Arte, Fundación OSDE, Buenos Aires 2017