Un diálogo con Matilde Marín
por Teresa Macri
Buenos Aires, 2002
Teresa Macri: ¿Qué influencia tienen las nuevas tecnologías digitales -fotografía, video-instalaciones- dentro de tu última búsqueda?
Matilde Marín: Creo que las nuevas tecnologías funcionan como un círculo o laberinto, si no se los recorren no se puede decir si sirven o no. Para quienes nos formamos con la materia, la transición hacia la desvinculación con la obra directa en el momento de la creación supone un cambio conceptual. La reflexión se inicia conceptualmente y este es el cambio experimentado en estos últimos años y su desafío.
Asumo el advenimiento de las nuevas tecnologías y su relación tan estrecha con el arte contemporáneo en dos direcciones: una, es facilitación formal del trabajo del artista y la otra -realmente su aspecto más importante-, es la “posibilidad” de reflexionar sobre la imagen desde un sitio diferente. Este es el aporte que más me interesa y su probable influencia en mi trabajo. Las nuevas tecnologías proponen formas de representación distintas y si uno está “alerta” se convierten en una introducción a otra comprensión del sentido del arte.
TM: Osvaldo Soriano escribía que “La memoria hace crecer cada cosa”. ¿En qué estrato se halla tu memoria subjetiva?
MM: Hay muchas memorias, la cultural, la histórica, la político-cultural, hasta la de los ordenadores. Mi memoria subjetiva, la que me interesa, la que crece y aparece como tema en mi obra es la que yo llamo “memoria interna del hombre”. Es una memoria activa. Las series “Desde el muro”, “Fragmento del gesto inicial” y “Juego de manos” han partido de esa memoria.
TM: ¿Cómo se relaciona el presente con la memoria y se convierte en narración de lo real?
MM: Me interesa la capacidad de la memoria que trabaja y se transforma en el cruce de la memoria personal con los registros histórico-culturales; la memoria que no es sólo recuerdo, para que pueda transformarse en un gesto real. Con el recuerdo no se puede lograr una acción de arte.
TM: Okwui Enwezor, director de una de las ediciones de Documenta, sostiene que en la muestra “la actualidad de lo existente es desarrollada como necesidad representativa en el plano simbólico y sociológico”. ¿Te parece que esta es una proyección imaginaria imprescindible para el arte contemporáneo?
MM: Es una pregunta que es parte del debate actual. El arte contemporáneo se ha transformado en una ventana necesaria para producir esa proyección de la que habla Enwezor, creo que esto está en proceso de desarrollo. Si lo existente ha superado la representación, el arte debe recuperar la capacidad de preguntarse y transmitir. Hoy muchos artistas reflejan en sus obras las transformaciones del entorno social y cultural, la realidad pasa al plano simbólico para ser trasmitida de otro modo. Es la imagen del artista testigo. Como artista uno puede optar por producir obras sin contexto u obras que reflejen un compromiso con el presente. Prefiero esta segunda opción.
TM: El proceso de globalización tiene en sí mismo un desarrollo ambivalente: otorga visibilidad a las culturas extra-occidentales pero, por otra parte, las estandariza. ¿Cuál es tu opinión acerca de este riesgo?
MM: Desde hace tiempo viajo por Latinoamérica y fui viendo los efectos de la globalización en muchas de sus ciudades, en la suplantación de las artesanías y en el lento borrar de muchas de sus marcas culturales. La globalización nos ha hecho vivir de un modo inédito en la historia de la humanidad; los relatos veloces de la información, la despersonalización de las ciudades a través de los efectos de imágenes publicitarias globales. Es un fenómeno aún inabarcable ante el cual nos hallamos desprotegidos. Es un acontecer maléficamente seductor, aunque es imposible saber cuáles son los valores que terminarán trascendiendo.
TM: El filósofo Giorgio Agamben hace la síntesis de la actualidad señalándola como el tiempo de la “comunidad que viene”. Otorga la representatividad a la comunidad: ¿es este el desplazamiento hacia dónde el artista tiene que proyectar su propia búsqueda?
MM: Cuando iniciamos el siglo pensé que debería ser el momento de la solidaridad, que era lo único que nos podría proporcionar una vida bien concebida. Quizás la comunidad sea un lugar posible desde donde volver a construir la textura de una nueva sensibilidad.